sábado, 3 de marzo de 2012

2012

Como dijo Shakespeare "Tomorrow and tomorrow and tomorrow creeps in this petty pace from day to day...".  Así es,  el tiempo pasa con su paso lento , un día tras otro , hoy y mañana y pasado. 
Días otoñales anticipados ya anuncian el final del verano. La ciudad de Buenos Aires va perdiendo el encanto de la época de vacaciones generalizadas en que se aprecian las calles más vacías de autos y personas durante el mes de enero. Se comparte la ciudad con menos habitantes cual juguete del que se disfruta cuando los hermanos están ausentes. Mientras muchos se amontonan en las playas nostros los ´quedados´ nos sentimos más libres para movernos, 
Una intriga me ha dejado este verano:  en el contador de mi página web aparecen registrados como visitantes , la AFIP, una agencia de inteligencia de USA y Microsoft Corp. Todos los días visita mi págína web Microsoft. Qué querrán de mi?  No creo haber actuado como la Coca Sarli , o sí? los he provocado acaso de tal manera que ahora , acosada, me encuentro preguntando:- Qué pretende usted de mi? -
En febrero volví a Catamarca donde existe un pedacito de paraíso llamado San Antonio de Paclín. No hay señal de celular, ni internet , ni diarios,  solo sierras de mil tonos de verde  y cielos nocturnos repleto de estrellas, tan cercas.
Casita de adobe con techo de paja, fresca en verano, abrigada en invierno.(Para info de Microsoft:  las foto son de mi autoría)




Paisaje de Catamarca – Polo Jimenez y Atuto Mercau Soria:

Desde la cuesta del Portezuelo
mirando abajo parece un sueño:
un pueblito aquí, otro más allá,
y un camino largo que baja y se pierde.

Hay un ranchito sombreao de higueras
y al atardecer, cuando baja el sol,
una majadita volviendo del cerro.

Paisaje de Catamarca
con mil distintos tonos de verde;
un pueblito aquí, otro más allá,
y un camino largo que baja y se pierde.

Y ya en la villa del Portezuelo,
con sus costumbres tan provincianas:
el cañizo aquí, el tabaco allá,
y en la soga cuelgan quesillos de cabra.

Con una escoba de pichanilla
una chinita barriendo el patio:
y sobre el nogal, centenario ya,
se oye un chalchalero que ensaya su canto.




Y comimos higos arrancados a la planta tratando de ganarle a las cotorras que saben degustarlas también.  A un nogal lo limpié de claveles del aire hasta donde me dio la altura. Esas flores de aspecto inocente parasitan casi toda la vegetación de la zona. Las ramas se secan y quiebran desangradas de su savia por el pequeño manojo de hojas con  alguna florcilla. El río también anda casi seco pero guarda para quienes le son fieles un piletón para hacer la plancha y una cascadita para masajear los hombros.

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