CUENTO DE TERROR
CUENTOS DE TERROR
Un incendio para borrar las huellas de la explotación en Buenos Aires
Queman delante de la
policía el taller clandestino en el que murieron dos niños
Incendio en el taller textil clandestino en Buenos
Aires. / RICARDO CEPPI
Primero llegó la
denuncia de los vecinos de los talleres clandestinos en los que se explota a
miles de personas en Buenos Aires. No pasó nada. Después, la semana pasada, en
uno de esos talleres murieron dos niños, de 7 y 10
años, atrapados en un incendio. Murieron abrazados con su perro al
lado. Era imposible salir: todas las ventanas estaban tapiadas, y en la única
salida había una persiana, una reja y una puerta. Se armó un cierto escándalo
mediático, pero tampoco pasó nada. Más tarde llegó el lamento del Papa, que
nació y vivió en este mismo barrio, Flores, a pocas manzanas de la esquina en
la que murieron los críos, hoy decorada con pintadas de “basta de trabajo
esclavo”, “ni un pibe menos”, “esta ropa huele a muerte”.
Ayer por la tarde,
con la policía en la puerta teóricamente custodiando el taller, alguien logró
incendiarlo de nuevo, esta vez por completo, en un aparente intento de borrar
pruebas. “Eso es que detrás de esto tiene que haber una marca importante, si
no, no se tomarían la molestia”, se indigna Omar Ruiz, un vecino que lleva años
denunciando estos talleres a través de la organización La Alameda, que dirige el concejal
Gustavo Vera.
Este grupo ha
denunciado a 113 marcas importantes de ropa como beneficiarias de este trabajo
esclavo, entre ellas Adidas, Puma y Zara, que rechazan estar involucradas. Los
agentes que estaban en la puerta custodiando el taller se hicieron los
sorprendidos. ¿Cómo ha podido pasar esto con ustedes delante?, le preguntaron a
uno. “Y, yo qué sé, nunca se sabe”, se encogió de hombros. Aunque llegaron dos
coches de bomberos, el taller quedó totalmente abrasado y será difícil encontrar
pruebas entre los restos.
La Alameda denuncia
que la policía está en connivencia con los dueños de los talleres, solo eso
explica que no los desmantelen pese a estar identificados. También acusa de
inacción al Ayuntamiento de Buenos Aires. Cuando entran en alguno que logran
desmantelar, el panorama que encuentran es desolador, explican el activista
Omar y su hija: catres apilados, cuchitriles donde viven hasta 20 familias en
casas pensadas para una sola. Prácticamente no salen, trabajan sin parar dominados
por sus patrones, que les suelen retirar los documentos. Suelen ser casi todos
inmigrantes irregulares.
Una ONG ha
denunciado a 113 marcas importantes de ropa como beneficiarias de este trabajo
esclavo, entre ellas Adidas, Puma y Zara
Omar explica que su
abrigo de marca cuesta en el mercado 300 euros. Sin embargo, al trabajador que
lo hace en uno de estos talleres le pagan 1,50 euros la pieza. En un bar en la
misma calle, mientras arde el taller, se oye a un argentino negociando por teléfono:
“Tengo 800 camperas [chaquetas], son buenas, tienen la etiqueta de Zara y todo,
es un buen negocio”.
En estos centros
clandestinos, hasta 3.000 en toda Buenos Aires, dominados por surcoreanos pero
con trabajadores en su mayoría bolivianos, se fabrica de todo: piezas buenas de
marcas importantes, falsificaciones, y también ropa sin marca. En este país la
ropa es muy cara y se ha convertido en un gran negocio.
Se vende en La Salada, el mayor
mercado negro de América, y también en la avenida Avellaneda, a
menos de 400 metros de los talleres, donde hay más de 2.000 locales y 800
manteros. Toda una industria. Por eso se colocan aquí, tan cerca, en un barrio
residencial donde es más fácil ocultar talleres dentro de casas aparentemente
normales. La historia de explotación continúa, las huellas del último escándalo
ya se han borrado y ahora solo queda esperar al próximo.
0 comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio